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domingo, 8 de octubre de 2023

Breves e intensos viajes culturales, tanto a Toro, Urueña y Valladolid como a Toledo, en el arranque del 2023 con mis alumnos del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid RCSMM y algunos compañeros

                

  


Gracias a todos los que hicieron posibles estos viajes formativos, personas e instituciones
Visita a los fondos etnomusicológicos de la Fundación Joaquín Díaz en Urueña (Valladolid) y grato reencuentro con un viejo amigo: Joaquín 




En la Colegiata de Toro (Zamora) ante parte de su magnífica iconografía organológica

Visita al Museo Oriental, en Valladolid

Visitando la colección organológica de Luis Delgado en Urueña (Valladolid)

En Mucientes (Valladolid), con Paco "Bazanca" visitando su colección organológica



Tribuna en Diario de León, un año más, sobre las fiestas del Barrio de Santa Marina

 

El Barrio de Santa Marina como contexto y recurso literario


https://www.diariodeleon.es/articulo/tribunas/barrio-santa-marina-como-contexto-recurso-literario/202307130715092354885.html

Por este tiempo de julio —antaño nominado «mes de Santa Marina»— en León llega la fiesta del Muy Ilustre y Real Barrio Santa Marina y su parroquia. Espacio que, en su zona del Cid, para algunos eclipsa tal denominación por la hostelera «Barrio Romántico».

Uno, en su día fue mozo y pregonero del mismo por ello, cada año, suelo traer aquí un «articulín» de tema diverso vinculado. En varias ocasiones he mencionado la presencia de dicho barrio y advocación en los celebérrimos cuentos de Dialecto Leonés de Caitano Alonso Bardón —muy entrañables para mi pues, mi bisabuelo, fue colaborador del mismo—. Por ello, en esta edición y ante la presencia como compañera pregonera de sus fiestas de una profesora de literatura, puede ser momento para traer un fragmento de dicha obra relacionado —y con texto de antigua canción incluida—. El relato se titula El tesoro del bosque y esta es una parte de dicho cuento:

«Cantan, y bien sabe Dios lo que me alegra oír ese chaporreado con el que nuestros abuelos se mofaban del duque D’Anguleme, y de los cien mil hijos de San Luis —decía el anciano maestro mientras caminaba despacio y tembloroso apoyado en su curvo palo—. Cuantas veces—agregaba— formé con los de mi parroquia con sendas estacas al hombro desgajadas de los árboles de pápalaguinda y canté con ellos al compás del paso...

«A musiur de 1’Angulem/ A matar a mandangú,/ siendo yo tan buen soldado/ en la guerra como tú./Un pé, otro pé./A musiur de le’Angulem…».

Pero, ¿a dónde irán tan decididos estos diablejos de Santa Marina? Apuesto a que van a romperse la moliera con los del Mercado. Cómo iban a pasar sin tirar piedras a la puerta de la bruja, ¡Eh... tú... arrapiezo... Ven acá!... Di a esos malas cabezas, que los llamo yo. Bien sabía, que aquel yo paternal, era la palabra mágica que había de producir en aquella germanía rapaceril una explosión de afecto hacia él, así que, tomando asiento a la puerta de su casa, apoyó la barbilla en las manos cruzadas sobre la cacha, y entornando los ojos escuchó con emoción las salutaciones atropelladas y cariñosas de los que acudían a su mandato.

¿Ya vais a la pelea, enemigos? —dijo mirándolos sonriente por encima de los anteojos— ¿o es que venís a tentar la bruja? Notaréis —añadió sonriendo— que digo tentar, porque sois vosotros los que tenéis los demonios en el cuerpo, y no la que llamáis bruja, que es una buena mujer que no hace mal a nadie. Yo sé algo de esta mujer, y con mucho gusto os lo contaría; más, como adivino vuestros ardientes deseos de llegar pronto al parque a romperos la crisma, id con Dios, que yo me quedo preparando las hilas y el árnica que necesitaréis al regreso.

Nada contestaron a estas palabras del anciano, como movidos por un resorte, echaron al suelo sus palos y sentándose sobre ellos frente al maestro, escucharon atentos. Bien, dijo éste; puesto que lo preferís, voy a contaros lo que sé: Todos conocéis la calle de las «Torres de Omaña» llamada así, porque en ella hubo en la Edad Media unas torres que pertenecieron a la casa de Omaña. Ares de Omaña, último varón de esta familia, habíase opuesto a que el Adelantado Quiñones, su tío, fabricara otras torres en la calle dicha, pleito que le costó la vida en el Castillo de Ordás, sobre al río Luna, a donde su tío consiguió llevarlo con engaños de paz y amistad.

No satisfecho el de Quiñones con haber cortado la cabeza a su sobrino y enviársela a la madre, su cuñada, después de frita en aceite, persiguió a esta familia y se apoderó de todos sus bienes, entre ellos, la casa solariega sobre el río Omaña. Por este procedimiento llegaron a ser propiedad del Adelando, las torres de Omaña.

Pasados algunos siglos, entre las ruinas de una de estas torres fueron encontrados unos pergaminos que pertenecieron al repetido Quiñones. Veo que os impacientáis. Acaso presumís que de estas ruinas va a salir la bruja. No; paciencia, y escuchad.

Uno de los pergaminos, era la escritura de propiedad de un precioso bosque de castaños, situado en la antigua Regos, hoy Villaviciosa de la Ribera de Órbigo. En los restantes se, hacía relación de un interesante suceso que tuvo gran parte de su desarrollo, en el citado bosque. Decían así, aproximadamente, como voy a referiros: Allá, por mitad del siglo segundo de nuestra Era, una hermosa mañana del mes de Junio, los habitantes de León se dieron cuenta de que se acercaba a la ciudad un gran personaje romano, no sólo por el lucido cortejo que le seguía, sino porque a la vía militar de la Candamia y para rendirle honores, salió a su paso la guarnición del Castro de los judíos. Cuando la comitiva llegó frente a la estatua de Júpiter Candamo que dio nombre a la cuesta, destacose un correo por quien se supo en la ciudad que quien llegaba era un legado romano llamado Apolonio y su hija Corundo que se dirigía a la Villa de Regos a donde iba destinado el legado, tomando al propio tiempo a su cargo la explotación de las famosas minas de oro de las Médulas del Órbigo allí situadas.

Seguía diciendo el pergamino que después de las presentaciones obligadas en León, salieron en dirección a Tor-viacco (monte de mercurio, del que tomó el nombre el pueblo de Trobajo) y que después de pedir protección a. Mercurio, colocado en la vía encima de la cuesta, siguieron hasta Monte-jous (monte de Júpiter, del que tomó nombre el pueblo de Montejos). Allí, tras breve descanso, emprendieron de nuevo la marcha la comitiva y descendiendo más tarde a la ribera de Órbigo, cruzaron este río en Carrizo… ¿Curioso verdad? Pues, este trabajo —que fuera premiado en un Concurso de Cuentos regionales organizado por La Crónica de León en agosto 1922—, continúa para los curiosos en la red internet en https://bibliotecadigital.jcyl.es/es/consulta/registro.cmd?id=5108

Un año más; ¡Que viva Santa Marina!

Algunas intervenciones en Tv durante la Semana Santa de 2023

 Programa especial, tarde noche del Jueves Santo (7, abril 2023) 



  



La Bañeza
Astorga
Carrizo de la Ribera
Último programa 2023

Una mención de un buen amigo, en La Nueva Crónica, también por tiempo de Semana Santa. Gracias Carlos


domingo, 16 de abril de 2023

1er. Congreso Nacional de Relojes, Campanas y Arte Sonoro en el noroeste peninsular: historia, técnica, restauración y divulgación patrimonial, León (España), 13-5 de abril, 2023.

 


Los relojes de León dan la campanada

Arte sonoro. El I Congreso Nacional de Relojes, Campanas y Arte Sonoro comienza con un repaso a las máquinas más emblemáticas de la historia de León y hoy ofrecerá una exhibición de toques de campaneros de León, Zamora y Palencia en la plaza de San Marcelo.

    Reloj de la antigua cárcel. DL 

CARMEN TAPIA 14 DE ABRIL DE 2023 


Los primeros testimonios de la relojería de León datan del año 1523 con el reloj catedralicio, obra del fraile leonés Francisco, «con dos avatares». Esa es la primera referencia con la que Jorge Martínez Montero, profesor del Área de Historia del Arte de la Universidad de León comenzó la conferencia de apertura del I Congreso Nacional de Relojes, Campanas y Arte Sonoro del noroeste peninsular: historia, técnica, restauración y divulgación patrimonial. En la exposición de apertura intervino también Daniel Sanz Platero, de la Universidad de Valladolid, para abordar la Relojería leonesa contemporánea: la historia viva del Reloj del edificio Botines.

El segundo reloj de León del que se tiene constancia documental es el de la Iglesia San Salvador, en Villamañán, del año 1566, propiedad del Consistorio. y San Isidoro, que nunca llegó a tener reloj, tuvo en estudio una propuesta en 1577 para instalar uno en la torre.

El sello de los relojeros leoneses Antonio Canseco y José Manuel Rodríguez Conejero, el relojero Losada, puso a León en lo más alto de la relojería mundial del siglo XIX.

El reloj de la iglesia de Rabanal del Camino, de 1882, localidad de Canseco, tiene la tipología de su ilustre vecino, como el consistorial de Santa Colomba de Somoza en 1885 o el de la antigua cárcel de León, sede del archivo histórico, de 1887. El sello de Canseco está en el reloj de Santa María del Páramo de 1894, del Consistorio de Cacabelos en 1897 y de Vegas del Condado en 1899.

«Las obras de la Casa Botines se dan por concluidas el 11 de marzo de 1894, con motivo de la instalación de la maquinaria y esfera del reloj en el edificio, acometiéndose su construcción durante un periodo de veintiséis meses», asegura Jorge Martínez Montero. «La existencia de un reloj de torre en el edificio promovido en la ciudad de León por los socios Simón Fernández y Mariano Andrés, conocido como Casa Botines (4 de enero de 1892- 11 de marzo de 1894), bajo el proyecto del arquitecto Antoni Gaudí i Cornet (1852-1926), ha podido verse eclipsado por la magnificencia del continente y el revulsivo de un magno contenido para un almacén de tejidos y casa decambio».

Canseco es considerado el mayor instalador de relojes de finales del siglo XIX. La elección para el edificio Botines fue la del primer tipo de «reloj de horas y medias, cuerda diaria propio para hoteles casas de labor, fábricas, colegios etc. con su timbre de 80 kg y su esfera de 50 cm”. Un modelo del mismo reloj, con idénticos accesorios y cuerda para 8 días comprendería desde 1.300 pesetas sin campanario a 1.500 pesetas con él. Sin embargo, el importe que conllevó el encargo y ejecución de la maquinaria para los Fernández y Andrés fue de 2.300 pesetas».

Tras su traslado, con motivo de su restauración en la localidad vallisoletana de Peñafiel, se encuentra instalado en el vestíbulo de la primera planta del Museo Casa Botines Gaudí, conformando una pieza de especial relevancia en la historia viva del edificio.

En la década de los cuarenta, la Caja de Ahorros lo sustituye por uno eléctrico que permanece instalado hasta 1961 con el mantenimiento de Miguel Vidal. Después se instala el carillón con melodías populares como Botones de arriaba abajoVamos a León, niña o el himno a León revisadas por el maestro Odón Alonso. «Los vecinos que quejaban del fuerte sonido que sonaba cuatro veces a la hora». En el año 1998 se instala un carillón digital, adquirido a la Unión Relojera Suiza, que permaneció hasta 2015. «El actual, instalado en 2022, es un dispositivo electrónico para conmemorar las fechas claves del edificio».

Potencial turístico

Jorge Martínez, codirector del Congreso junto a Daniel Sanz, defendió el «atractivo turístico que puede despertar este tipo de bienes que hasta el momento permanecían en el interior de muchas torres concejiles o iglesias parroquiales y que tampoco eran objeto de interés por parte del público en general».

«Consideramos importante poner en valor este tipo de manifestaciones, no solamente por lo que ha supuesto en la historia de los pueblos, en manifestaciones de arte civil y religioso, sino porque también todo este tipo de maquinaria estaba empezando a quedar en desuso y entendíamos que necesitaban de una urgente intervención».

La intención del Congreso es que este tipo de iniciativas contribuyan a que entidades públicas y privadas «pongan en valor, restauren y pongan al servicio de los ciudadanos este tipo de manifestaciones de tipo inmaterial que son muy necesarias y que, normativamente hablando, la próxima ley de Patrimonio tendrán que recoger obligatoriamente», dijo en la inauguración del congreso en Botines.

A la inauguración asistió el campanero Jorge de Juan, de Villavante, que recordó la tradición que mantiene viva la localidad y comentó que la asociación que la sustenta trabaja ahora para preservar el registro del toque del lobo, utilizado en zonas de montaña de la provincia y de cuya existencia tuvieron conocimiento con motivo de la inclusión del toque toque manual de campanas español forma en la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco. 


Imágenes




 


 



 

IMPACTOS EN PRENSA